Nosotros somos la generación de esta nueva
revolución de la esperanza; la edad del crecimiento y del desarrollo de la
actividad, de la viveza, de la imaginación y el ímpetu. Sin embargo como
jóvenes debemos tener un espíritu digno con orgullo, cultivando nuestra
expresión a la verdad sin miedo alguno,
dejar atrás todo ese pesimismo que nos envuelve a ser viejos del alma. Ampliar
nuestros conocimientos mucho más allá de lo simple; de forma creativa, ¡luchar
con coraje no con desilusión!. ¿Qué harían si los viejos desean ser jóvenes de nuevo?,
ellos harían tantas cosas de lo que nosotros también podemos hacer. La juventud
no es un tiempo de la vida, es un estado del espíritu; entonces a seguir
perseverando, tener fe en nosotros mismos, ser el modelo ejemplar de nuestra
patria, no rendirse jamás, asumiendo con responsabilidad. ¡Juntos podemos
realizar grandes cambios!...
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